Nada que nos sorprenda ya. Pero, cuidado, que quizá debería: hay gente pasando la noche de pie a la intemperie para pagar 1000 dólares a cambio de un teléfono. Un teléfono. Un cacharro.
Suena ilógico. Y lo es, porque lo que hay detrás de esto no responde al sentido común. Lo que hay detrás son sentimientos.
Por eso una marca no va de su producto sino de qué es lo que consigue hacer sentir al mundo. Si juegas a vender desde argumentos racionales siempre correrás el riesgo de que un competidor optimice las ventajas y beneficios a un precio inferior. Pero si eres capaz de capitalizar un sentimiento, la competencia se acaba. Has ganado.
Dicho de otro modo, una marca que se construye bien y que entiende cómo ha de aproximarse al mundo es capaz de convertirse para su consumidor en una experiencia emocional. En un dogma de fe.
PLANETA MARKETING
LICDO. DAMIAN INOA
Déjanos un comentario