El director de la Oficina Nacional de Defensa Pública (ONDP), Rodolfo Valentín Santos, ha levantado una voz de alarma que merece ser escuchada. En sus palabras, resonó la preocupación compartida por muchos ciudadanos: «Ya se han creado demasiadas comisiones, pactos y gabinetes para abordar la crisis en el sistema carcelario de la nación». Y ¿qué han logrado todas estas iniciativas hasta ahora?
El problema del sistema carcelario es profundo y multifacético. Se extiende más allá de las paredes de las prisiones, impactando en la sociedad en su conjunto. No se trata solo de la infraestructura en mal estado o de la sobrepoblación, aunque estos son aspectos cruciales. La falta de programas efectivos de reeducación y reinserción socava cualquier intento de rehabilitar a los individuos que ingresan al sistema penitenciario.
Es alentador escuchar la propuesta de crear un equipo dedicado al seguimiento de la reforma penitenciaria. Este equipo, si se ejecuta correctamente, podría ser un paso en la dirección correcta. Sin embargo, la verdadera medida de su eficacia será su capacidad para producir resultados tangibles y duraderos.
La reforma penitenciaria no puede ser solo una cuestión de papeleo y burocracia. Debe abordar los problemas fundamentales que perpetúan el ciclo de delincuencia y reincidencia. Esto significa invertir en programas de educación, capacitación laboral, atención médica y apoyo psicológico. Significa crear oportunidades reales para que los individuos reconstruyan sus vidas una vez que salgan de la cárcel.
Además, es crucial abordar la cuestión de la infraestructura carcelaria. No se puede esperar que los programas de rehabilitación funcionen en entornos peligrosos y degradantes. Las condiciones inhumanas solo perpetúan el ciclo de violencia y desesperación.
Es hora de pasar de las palabras a la acción. Las comisiones y los gabinetes son importantes para establecer políticas y estrategias, pero sin una implementación efectiva, son poco más que ejercicios de relaciones públicas. Necesitamos un compromiso real con el cambio, respaldado por recursos y voluntad política.
En última instancia, la salud de una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más vulnerables. Si queremos construir un país más justo y seguro, debemos abordar de manera significativa y sostenida la crisis en nuestro sistema carcelario. La creación de un equipo dedicado es un paso en la dirección correcta, pero no podemos permitirnos detenernos ahí. La verdadera prueba de nuestro compromiso será el impacto positivo que logremos en las vidas de aquellos que han caído en el ciclo de la delincuencia y la desesperación.
LIC. ALEXIS ROSARIO, CDP, SNTP, SIP