DE OPINION

En un mundo político marcado por figuras veteranas y arraigadas emergió un nombre que desafió todas las expectativas. César Cerda, en apenas unos meses, logró superar las puntuaciones de figuras políticas que han nacido y fundado el Partido Revolucionario Moderno (PRM). Su crecimiento político vertiginoso generó preocupación entre los legisladores veteranos con vasta experiencia sindical y política, y su historia es una prueba concreta de que la política no siempre sigue un camino predecible.

César Cerda, con su incansable trabajo y un mensaje de cambio, no solo ha obtenido calificaciones sobresalientes en las encuestas, sino que ha logrado algo aún más valioso: se ha ganado un lugar en el corazón de cada comunidad que ha acogido sus propuestas. Su historia es un testimonio de cómo un candidato puede conectar de manera auténtica con su electorado, dejando una impresión imborrable en el tejido social de su provincia.

Lo que hace que el ascenso político de César Cerda sea aún más impresionante es su capacidad para plantar las semillas de un cambio genuino. Su compromiso con su gente es evidente en cada acción y palabra. Ha demostrado que un líder político no solo debe hablar sobre las necesidades de su comunidad, sino actuar en consecuencia. Su presencia en las comunidades, su escucha activa y su voluntad de abordar los problemas locales han dejado una impresión duradera.

A pesar de no ser valorada su puntuación en las pasadas encuestas, César Cerda ha sembrado la semilla de un cambio real en su provincia. Su capacidad para conectar con la gente, para escuchar y actuar en consecuencia, es un recordatorio de que la política no debería ser solo sobre ganar elecciones, sino sobre servir a la comunidad y mejorar la vida de sus ciudadanos.

César Cerda ha demostrado que la política puede ser un terreno fértil para la esperanza y la renovación. Su ascenso meteórico en el mundo de la política no solo es un testimonio de su habilidad como líder, sino también un reflejo de la necesidad de una nueva generación de políticos comprometidos con el cambio y la mejora de la calidad de vida de sus conciudadanos.

A pesar de las dificultades y los obstáculos en su camino, César Cerda ha sembrado la semilla de un futuro prometedor. Las lecciones aprendidas y las conexiones forjadas en esta etapa sentarán las bases para un próximo intento con aún más fuerza y ​​determinación. La política dominicana tiene en César Cerda a un ejemplo claro de que la renovación y la esperanza siempre pueden encontrar su lugar en el escenario político.

LIC. ALEXIS ROSARIO, CDP, SNTP, SIP

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